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Más así, por favor

Más así, por favor

Los mejores planes son los que no se planean. Y más aún si se trata de un concierto, y más aún si se trata de Oasis. Recibir una entrada totalmente gratis la misma tarde del concierto, de la mano y compañía de Salvito y de Beorra, no tiene precio. Pese a entrar en el Palacio de los Deportes 10 minutos escasos previos al comienzo de los teloneros conseguimos colocarnos en tercera-cuarta fila. Eso sí, no sin recibir varios males de ojos, maldiciones y empujones por parte de los que llevaban ahí medio día haciendo cola (y no faltos de razón). Además nosotros también nos llevamos lo nuestro, porque había una mareada de gente que te dejaban con la cabeza acariciando el suelo y los pies levitando... El caso es que mereció y mucho la pena, y eso que a lo sumo conocía cuatro o cinco canciones... pero de calidad. Eso sí, los Gallagher tan subiditos como siempre. En cuantito Liam dejaba de cantar, se plantaba en frente del público, manos en el bolsillo, y se dedicaba a observar cual estatua.

Y un jueves noche, sólo en casa por todo el finde, después de un concierto, y con tus amigos yéndose de fiesta... no te vas a quedar tu en casa para ir a la uni al día siguiente, claro que no. Así que siendo jueves nos dirigimos a la Nasti. Yo me adelanté a los carnavales y me disfracé de Reina de Arabia (nunca mais), pero también lo pasamos bien. Un poquito de womanizer por aquí, un after por allá... muy divertido.

Llegamos al viernes... vaya viernes. Empezó la noche con un corte de pelo. Mucho miedo tenía yo... pero gracias a Dios sin fundamento. No hay nada como tener confianza con el peluquero para guiarle un poquito en su hazaña. Acto seguido comienza el botellón. Yo que soy muy de darle a la botella se puede decir que no le dí como acostumbro, vamos, ni la mitad. Pero si lo juntas con cigarrillos verdes es otro cuento. El caso es que acabamos en Stardust. Hacía meses y meses que no iba por allí, y aún hoy en día puedo decir lo mismo, porque no recuerdo más que luces y ruido. Pero la noche fue in crescendo, y tengo ganas de ir a las fallas.

Esa noche me mató y de paso me quitó el hambre por casi dos días, gracias a un revuelto de estómago bastante simpático. Lo que me obligó a entrar el sábado en Elástico sin una gota de alcohol por mis venas. Pero no fue tan terrible como puede parecer, y estuvo bastante entretenido la verdad. El resto de noche ya pertenece a lo poco que me queda de intimidad.

Sólo quiero quiero más fin de semanas así. Porque mira que eres raro... Guiño

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