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Con los pies en la tierra

De todo se aprende dicen, incluso de los errores. A ver si yo me voy aplicando el cuento... que después de un par de añitos parece que no aprendo. Pero esta vez quiero hacerlo bien, pasito a pasito. Sin agobiaciones telefónicas, tuentieras, o messengéricas. Paso. Hay que dejar que las cosas fluyan por su propia naturaleza. Y de momento me está gustando.

En la uni las cosas no van. Llevo tres tristes semanas a la búsqueda de tres tristes reportajes que pueda hacer por la zona de Villanueva de la Cañada, Brunete... Así que cualquier sugerencia siempre será bienvenida. Si son reportajes atemporales, mejor que mejor. Mientras encuentro esos reportajes evito ir a las clases de Redacción Periodística y así no enfrentarme con el profesor, que estoy seguro me echaría a los perros ya mismo... Además, por otro lado, tengo otros mil millones de remordimientos merodeando por mi cabeza, porque en el metro todas las mañanas los mil universitarios que se bajan en Ciudad Universitaria van siempre con apuntes en la mano repasando, y ¿qué pasa?, pues que yo aún no tengo ni un examen programado a medio plazo... Y no, no es una suerte, porque luego me vendrá todo el temario de golpe. Y joder, yo quiero tener fuerza de voluntad para ponerme a estudiar ya, sin presión...

De cualquier forma, esta mañana ha sido de las buenas, de las que rompen mi rutina. Al no ir a la clase de Redacción Periodística por el tema de los reportajes, no tenía ninguna asignatura hasta la una, por lo que era la excusa perfecta para quedar con mi amor Shay, y tomarnos un desyunito juntos cual Mª Teresa Campos y su antiguo corrillo de vecinas. Hemos hecho algunos recados, paseado por Princesa y desayunado en una antigua y conocida cafetería. Allí hemos hablado de todos y de todo. De las caras que puede llegar a tener una persona, de la bondad que pueden llegar a tener otras, de una posible cena de Navidad en Leganitos 23... Así da gusto empezar las mañanas.

Y hablando de mañanas, MAÑANA será precisamente cuando se produzca la ansiada vuelta de la portuguesa más guapa que Madrid haya visto jamás. En un finde algo ajetreado, contando con un trabajo final de ética, vamos a retroceder unos meses atrás para revivir aquellas charlas y las muchas muchas fiestas que nos pegamos con Sarita. Ganas, lleno de ganas estoy.

 

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